216. Lugares que no existen en las guías turísticas
Cuerpos que son números en un carné de identidad, que enferman, que se mudan, que son ruina, que sobreviven al dolor y la agresión, que se esconden, que habitan los poemas. Casas que no son cobijo sino rabia. Ciudades que son escenarios de nuestra orfandad. Lugares que no existen en las guías turísticas aborda esos espacios poco fascinantes, lugares de la vida cotidiana cuya verdad es brutal. El sufrimiento, ese espacio físico que toma la forma de quienes lo habitan. Su alegoría. La fantasía hedonista de las guías turísticas entra en tensión aquí.
Victoria Guerrero
Autor Gabriela Vargas
Encuadernación Rústica con solapas
Páginas 82
ISBN 978-84-18082-89-4
Dimensiones 13.5 cm x 21 cm
II Premio Internacional de Poesía Vicente Huidobro
Recipiente :
* Campos obligatorios
total Cancelar
978-84-18082-89-4
Cuerpos que son números en un carné de identidad, que enferman, que se mudan, que son ruina, que sobreviven al dolor y la agresión, que se esconden, que habitan los poemas. Casas que no son cobijo sino rabia. Ciudades que son escenarios de nuestra orfandad. Lugares que no existen en las guías turísticas aborda esos espacios poco fascinantes, lugares de la vida cotidiana cuya verdad es brutal. El sufrimiento, ese espacio físico que toma la forma de quienes lo habitan. Su alegoría. La fantasía hedonista de las guías turísticas entra en tensión aquí.
Victoria Guerrero
Autor Gabriela Vargas
Encuadernación Rústica con solapas
Páginas 82
ISBN 978-84-18082-89-4
Dimensiones 13.5 cm x 21 cm
II Premio Internacional de Poesía Vicente Huidobro
Atención: ¡Últimas unidades!
Fecha de disponibilidad:
¿QUÉ SIGNIFICA UNA PUERTA CERRADA?
Mis amigos no me recibieron.
La noche es el centro y sus rejas caídas.
Las aceras son filos que defienden los portones
para no dejar que entremos,
para que no manchemos los muebles con nuestro polvo,
ni usemos —por pudor— los sanitarios o el agua de la
cisterna.
Basta llevar en los dedos la luz de un fósforo
para, entonces, arrastrarnos a una escena callejera
en la que tarde o temprano,
un ciego sacará un cuchillo, romperá los focos,
y los fantasmas saldrán de los sacos del mercado
hasta que abran los almacenes
y nos recuerden cómo huele la ropa nueva.
La luz se vuelve una aguja que nos escribe un camino.
Los amigos son unos cuantos días en el calendario: estás
sola.
Los amigos se dejan guiar por las veredas,
y, si acaso vives lejos, estás sola.
Si entre un montón de paja hallaras un hermano, éste se
iría
y, entonces, apagaríamos la luz, haríamos una casita con
las manos
para olvidar que una vez abrimos los ojos.