Escarcha emocional
Escarcha emocional: minúsculas agujas de hielo que abrigan la soledad de un corazón congelado por altas decepciones y bajas temperaturas.
Dicen que nadie muere por amor, pero perderse a uno mismo es otra forma de morir lentamente. Y yo, me echo de menos…
¿A qué suena una coraza a punto de romperse?
¿Cuántos recuerdos hay intentando colarse por las rendijas del pasado?
¿Cuántas lágrimas acaban empapando heridas con nombre de persona?
¿Cuándo vamos a aprender que no podemos estar para cualquiera, si ni siquiera sabemos estar para nosotros mismos?
Autor Lara Jurado
Encuadernación Rústica con solapas
Páginas 96
ISBN 978-84-18082-18-4
Dimensiones 13.5 cm x 19.5 cm
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978-84-18082-18-4
Escarcha emocional: minúsculas agujas de hielo que abrigan la soledad de un corazón congelado por altas decepciones y bajas temperaturas.
Dicen que nadie muere por amor, pero perderse a uno mismo es otra forma de morir lentamente. Y yo, me echo de menos…
¿A qué suena una coraza a punto de romperse?
¿Cuántos recuerdos hay intentando colarse por las rendijas del pasado?
¿Cuántas lágrimas acaban empapando heridas con nombre de persona?
¿Cuándo vamos a aprender que no podemos estar para cualquiera, si ni siquiera sabemos estar para nosotros mismos?
Autor Lara Jurado
Encuadernación Rústica con solapas
Páginas 96
ISBN 978-84-18082-18-4
Dimensiones 13.5 cm x 19.5 cm
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AQUÍ TIENES TU DESPEDIDA
Nunca creíste en despedidas.
Nuestro “adiós” se convirtió en un estilo de vida.
Tú tan incapaz de dejarme,
yo tan incapaz de irme.
Tú tan de volver
y yo tan de quedarme.
En ocasiones
pienso que regalaste “para siempres”
cuando construiste un búnker de mentiras
que se iban cayendo
una tras otra,
como las fichas de dominó.
No sé qué estará haciendo ahora,
el chico alérgico a la felicidad,
que tanto negaba ese poder a los demás,
por no saber remar
a contracorriente
por la vereda del amor.
Eras una sucesión de puntos suspensivos,
al que tuve que restarle dos,
para compensar
las segundas (infinitas) oportunidades
que te di,
sin ni siquiera merecértelas.
Aquí tienes tu despedida.
Al acabar de leer este poema
encontrarás ese punto (y) final
en el que te convertiste.
Adiós.