De la poesía como amor al mundo
En virtud de su capacidad de preservar el recuerdo de personas, cosas y acontecimientos, la poesía los redime de su caducidad, conservándolos en la memoria con un gesto de amor, y convirtiéndose así en sede de esa pietas que es el centro de las reflexiones éticas de Vattimo. Si la escritura literaria es una forma de conocimiento de la realidad, la pietas es la fuerza proyectual interna que la connota afectivamente y le permite conocer profundamente todos los ámbitos de la experiencia humana, incluido el mal. La poesía es también un acto de amor por su capacidad de conectar los elementos de lo real, tal y como lo demuestra la cohesión formal de su construcción. Esto la convierte en el modelo de un comportamiento capaz de ‘mantener unido’ el mundo, conciliando contrastes que, si no fuera así, resultarían destructivos. Si la imagen poética produce una transfiguración de aquello de lo que habla, es también capaz de valorizar las cosas cotidianas, mirándolas con atención y cercanía. Por último, la poesía es también una forma de amor al mundo, porque es un acto que no aferra el propio objeto para aprisionarlo en un concepto o para arrojarlo al proceso de producción, sino que lo protege y lo conserva. Esta mansedumbre produce un crucial cambio de mirada, que suspende el modo ordinario de ver las cosas, caracterizado por el dominio de la economía y las tecnociencias.
Encuadernación Rústica sin solapas
Páginas 170
ISBN 978-84-10073-90-6
Dimensiones 16x24 cm
Traducción de Felisa Bermejo Calleja
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978-84-10073-90-6
En virtud de su capacidad de preservar el recuerdo de personas, cosas y acontecimientos, la poesía los redime de su caducidad, conservándolos en la memoria con un gesto de amor, y convirtiéndose así en sede de esa pietas que es el centro de las reflexiones éticas de Vattimo. Si la escritura literaria es una forma de conocimiento de la realidad, la pietas es la fuerza proyectual interna que la connota afectivamente y le permite conocer profundamente todos los ámbitos de la experiencia humana, incluido el mal. La poesía es también un acto de amor por su capacidad de conectar los elementos de lo real, tal y como lo demuestra la cohesión formal de su construcción. Esto la convierte en el modelo de un comportamiento capaz de ‘mantener unido’ el mundo, conciliando contrastes que, si no fuera así, resultarían destructivos. Si la imagen poética produce una transfiguración de aquello de lo que habla, es también capaz de valorizar las cosas cotidianas, mirándolas con atención y cercanía. Por último, la poesía es también una forma de amor al mundo, porque es un acto que no aferra el propio objeto para aprisionarlo en un concepto o para arrojarlo al proceso de producción, sino que lo protege y lo conserva. Esta mansedumbre produce un crucial cambio de mirada, que suspende el modo ordinario de ver las cosas, caracterizado por el dominio de la economía y las tecnociencias.
Encuadernación Rústica sin solapas
Páginas 170
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