176. La Vida Muerta
Sólo el enorme talento de Héctor Hernández Montecinos ha podido construir un libro como La Vida Muerta cuando el conversacionalismo parecía atravesar sus estertores finales. He aquí que —quien es probablemente el mejor dotado entre los jóvenes poetas chilenos de hoy— consigue conmovernos con un fraseo terriblemente coloquial en su atropellada dicción sobre el tema de un amor conflictivo y radical propenso a la destrucción de todos los conceptos establecidos posibles. Ningún ícono queda en pie ante la blitzkrieg hernando-montecina. Ni el amor ni el odio. Ni las convenciones ni las rebeldías sociales. Una ráfaga destructiva asola los predios de la poesía latinoamericana reciente, pero no en el plano del lenguaje —en este caso— sino en la pura mentalidad de sus transgresores. En HH la vitalidad de su escritura se inmiscuye en la coloquialidad y la desbroza, extrañamente presentándonos un nuevo y rotundo tono; el cual es exacto para decirle —Salud Broster! Dos escudos más— o si volviera a Perú donde ha escrito este libro —Dos cristales— porque como él dice en un poema “la soledad en Perú es diferente”. Así es.
Roger Santiváñez
Autor Héctor Hernández Montecinos
Encuadernación Rústica con solapas
Páginas 218
ISBN 978-84-18082-03-0
Dimensiones 13.5 cm x 21 cm
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978-84-18082-03-0
Sólo el enorme talento de Héctor Hernández Montecinos ha podido construir un libro como La Vida Muerta cuando el conversacionalismo parecía atravesar sus estertores finales. He aquí que —quien es probablemente el mejor dotado entre los jóvenes poetas chilenos de hoy— consigue conmovernos con un fraseo terriblemente coloquial en su atropellada dicción sobre el tema de un amor conflictivo y radical propenso a la destrucción de todos los conceptos establecidos posibles. Ningún ícono queda en pie ante la blitzkrieg hernando-montecina. Ni el amor ni el odio. Ni las convenciones ni las rebeldías sociales. Una ráfaga destructiva asola los predios de la poesía latinoamericana reciente, pero no en el plano del lenguaje —en este caso— sino en la pura mentalidad de sus transgresores. En HH la vitalidad de su escritura se inmiscuye en la coloquialidad y la desbroza, extrañamente presentándonos un nuevo y rotundo tono; el cual es exacto para decirle —Salud Broster! Dos escudos más— o si volviera a Perú donde ha escrito este libro —Dos cristales— porque como él dice en un poema “la soledad en Perú es diferente”. Así es.
Roger Santiváñez
Autor Héctor Hernández Montecinos
Encuadernación Rústica con solapas
Páginas 218
ISBN 978-84-18082-03-0
Dimensiones 13.5 cm x 21 cm
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LOS DIOSES MIGRATORIOS
Se nos mueren los poetas
como árboles caen en el bosque
para ser hechos libros
que nadie leerá por el miedo que produce
la blancura de una página o un rostro
en una noche estrellada
oscura y fría
que hasta los polos tiritan al no ver la luna
y saber que sobre sus magnéticas cabezas
vuelan los dioses migratorios
con sus hilos de voz cayendo
y sus vidas envueltas en sus esqueléticas manos
porque hasta los muertos tienen donde terminar sus días
aunque sus sombras tengan heridas y sangren
y el aire mismo sea su espíritu
ese aire con el que respiro y soplo esta tinta para que se seque
aire como si este poema fuera para Gonzalo Rojas
en todos los días que siguen a su nunca muerte.
Ya no se puede dejar de ser poeta
cuando uno continúa escribiendo incluso en sueños muchas veces lo pensé
sabiendo que tendría que arrancarle todas las páginas
a mis años y quemarlas
en medio de una llamarada que es el propio final
me doy cuenta que mientras más libros escribí
fue cuán lejos quise irme
lamentablemente nací cuando todos los niños envejecían
y el mundo ya estaba muerto
por eso publiqué un primer poema y ahora éste
imaginándome el reino de los cielos
construido con limo, simiente y teletransportación.
Siento esta noche que la poesía es la Casa de Dios
invertida.