165. Arcángeles de baldío y Crematorio
Arcángeles de baldío y Crematorio es un libro de gran intensidad y fuerza, donde se erige al dolor y a la herida no como catarsis sino como reivindicación, como forma de seguir recordando. Una hermosa recreación poética que explora los recursos que ofrece la muerte, la ausencia, la desaparición, pero que no abandona el lirismo ni la belleza, a pesar de la dureza del texto. Un libro de denuncia, sí, pero sin acercarse en ningún momento a lo panfletario, y cuya construcción se intuye deliberada y estética.
Claudia Meyer
Autor Omar Alberto Santos Balán
Encuadernación Rústica con solapa
Páginas 100
ISBN 978-84-17096-89-2
Dimensiones 13.5 cm x 21 cm
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978-84-17096-89-2
Arcángeles de baldío y Crematorio es un libro de gran intensidad y fuerza, donde se erige al dolor y a la herida no como catarsis sino como reivindicación, como forma de seguir recordando. Una hermosa recreación poética que explora los recursos que ofrece la muerte, la ausencia, la desaparición, pero que no abandona el lirismo ni la belleza, a pesar de la dureza del texto. Un libro de denuncia, sí, pero sin acercarse en ningún momento a lo panfletario, y cuya construcción se intuye deliberada y estética.
Claudia Meyer
Autor Omar Alberto Santos Balán
Encuadernación Rústica con solapa
Páginas 100
ISBN 978-84-17096-89-2
Dimensiones 13.5 cm x 21 cm
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Escúchame desde el colapso,
a un lado de las píldoras
y la mirada resignada de los médicos.
Tiempo después de perderme
entre saqueos y cobardías,
volví a la aldea de los mutantes,
a los postigos de una morada
desplomada, donde sólo silban,
agitándose, los gavilanes del pasado
lúgubre,
las desgarradas alas de la conciencia.
El recinto donde tú recibías señales
y yo dando culatazos en la niebla,
se extiende como una grave
mortaja de los años.
El sahumerio de los recuerdos
se arrastra serpenteante
por todos los andamios,
nublando la sangre,
quitándole lumbre a los ánimos.
La desolación es el habitante
alevoso que ha derribado aldabas,
y ha profanado los altares de aquella
habitación donde se apilaron
los cuerpos inverosímiles,
la osamenta del unicornio que no
pudo salvar su resplandor de la tortura.